Marzo es el mes de los míos, marzo es primavera, es flores y cielo azul. Tardes de parque que se alargan, cenas improvisadas, se abren todas las flores y siempre huele a esperanza.
Excepto aquel marzo del 2020 en que llegó una pandemia que no nos dejó celebrar la vida con los amigos, y ni siquiera un abrazo de sus abuelos se llevaron los niños por su cumpleaños.
Este marzo quiero imaginarlo hermoso, con sus muchos colores y esas risas de fondo, como todos los marzos de antes.
Pero siendo realista ya ha empezado muy distinto…
Llevo días escuchando y leyendo más de la cuenta, supongo que como estamos todos, pendientes de lo que sucede. De pronto me está costando escribir, y también noto que me apetece menos hablar.
Eso sí, yo escucho, siempre os escucho.
Escucho a Alejandra, la ucraniana que nos ayuda en casa y lee la prensa rusa, escucho a las madres del colegio, de nuevo preocupadas con el futuro de nuestros niños y escucho a los especialistas y también muchos muchos podcast, ahora también de pensamiento positivo.
Y si, este marzo que hoy comienza, huele a preocupación y eso me aterra porque imagino que nadie quiere volver al blanco y negro…
Decía el escritor Mark Twain que la guerra es lo que ocurre cuando fracasa el lenguaje. Ojalá estos días los responsables de este terror encuentren las palabras y el diálogo necesario para que esta locura acabe y los inocentes no paguen por su incompetencia lingüística, una vez más.
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