Hola, ¿quieres ser mi Pen-pal?
He estado haciendo limpieza en los armarios de mi habitación y me he dado cuenta de que tengo la mitad superior de uno de ellos, llenito de cajas repletas de recuerdos. La mayoría de ellos son cartas, aunque también hay entradas a conciertos y espectáculos varios, billetes de avión, mensajes de algún amor de la infancia y muchos, muchos diarios.
Comencé a escribir diarios cuando tenía 16 años, o por lo menos ese es el primer diario que encuentro ahora con fecha, aunque creo que empecé uno o dos años antes a escribir otras cosas. Esa ha sido siempre una estupenda vía de escape.
Cualquier cosa me pasara, sabía que podía ir a mis páginas en blanco y volcar lo que estaba sintiendo, como si de un terapeuta a domicilio se tratara.
Muchas de esas páginas eran vomitonas, si discutía con mi novio, allí que le insultaba, si me sentía premenstrual, llorosa y con ganas de desaparecer del mapa, allí que me encontraba.
Algunos de esos diarios también contienen poesías, ahora me produce mucha ternura sentir esa desnudez y tanta, tanta fragilidad. Como nadie me juzgaría, escribía a veces sinsentido, porque eso sí, yo tenía un pacto conmigo misma, esas páginas siempre serían un secreto.
En casa, mi madre era extremadamente respetuosa con nuestra intimidad. Jamás leyó un papel que no le correspondía, ni un mensaje tampoco, ni mucho menos abriría uno de mis diarios. Es más no estoy segura de que supiera la existencia de ellos.
Abrir ese armario es entender muchas cosas de la adolescente que fui. De ese “despertar”. Lo más bonito para mí es sentir aquella libertad de juventud en la que volaba muy ligera a otras partes del mundo, y el miedo no era nunca un obstáculo en mis mil planes.
La última vez que he abierto ese armario he encontrado algo nuevo, lo he abierto pocas veces, pero esta vez ha sido muy distinta.
Como decía, entre mis diarios también tengo dos cajas repletas de correspondencia. Hay cientos de cartas ahí dentro.
Los remitentes son de dos tipos muy distintos que podría englobar en dos grupos: mi círculo de amigas, que siguen siendo como hermanas de esta vida loca, y luego están las cartas de la familia. Tonos desde luego muy diferentes.
La familia siempre cariñosa, protectora y consejera. Las amigas en cambio, mostrando sus aventuras por el mundo, sin filtros y con muchas locuras añadidas.
A lo que voy, que la última vez que he abierto ese armario, supe que tengo una amiga que me quiere mucho. Pero mucho.
¿Cómo me di cuenta? Por la cantidad de cartas que me ha dejado como prueba de ello. Durante muchos años mi querida amiga Amalia se ha ocupado de escribirme, de relatarme sus intimidades e inquietudes y plasmarlas en papel para mí. Hasta ese día, no era consciente de la cantidad de correspondencia que me había enviado a lo largo de nuestra vida. Inmediatamente la llamé para contárselo.
Es curioso, Amalia rara vez me ha dicho verbalmente que me quiere, pero ya no hace falta, lo sé.
Querida amiga, yo este año me he propuesto escribir una carta cada dos semanas más o menos, sin fecha fija en el calendario, así eran las cartas que nos gustaban.
Esta primera te la dedico a ti, que te lo tienes bien merecido y también es para ti, mi nuevo Penpal, que si has llegado hasta aquí, quizá te va a gustar leerme y escucharme…
Sigo echando de menos las cartas en papel, y si tuviera un super poder, escribiría una carta de puño y letra a tod@s y a cada un@ de vosotr@s. Eso sí, no sería tan especial como las que me propongo escribir por aquí, aquí nos dejan incluir un audio y eso es lo que me tiene flechada, es que además esta carta ¡va a ser sonora!! Vaya, ya me está entrando la vergüenza, voy a compartirlo antes de que me arrepienta…
Por cierto ¿conoces estos libros? A propósito de cartas maravillosas.
*“El Cartero de Neruda” Antonio Skarmeta Y “Jean Genet en Tánger” de Mohamed Chukri
Un abrazo, y recuerda querid@ que me encanta escuchar de ti😉
Hola, ¿quieres ser mi Pen-pal?